Durante tres décadas, Al Bennet trabajó como mecánico de automóviles en diversos concesionarios. Día tras día, semana tras semana y año tras año, trabajó debajo de múltiples modelos de automóviles. Su trabajo consistía en reemplazar y reparar frenos, juntas, embragues y otras piezas.
Si bien cada componente tiene un propósito muy diferente, todos tenían una cosa en común: la contaminación por asbesto.
Una permanencia prolongada en la misma profesión debería conducir a una jubilación en la que los mecánicos puedan disfrutar de sus años dorados. Al Bennet pasa la última fase de su vida sufriendo un mesotelioma pleural maligno, un tipo de cáncer mortal cuya cura sigue siendo difícil de alcanzar.
Trágicamente, recibió el diagnóstico de mesotelioma poco después de terminar su carrera.
Los Bennet (Al y su esposa, Pam) presentaron una demanda contra Ford Motor Company. El testimonio del juicio en el tribunal de St. Louis reveló que el gigante automotriz favorecía un resultado final saludable a expensas de la salud de sus empleados. Las pruebas demostraron que eran conscientes de los riesgos de la exposición al amianto, pero no se molestaron en tomar ninguna medida para garantizar un entorno de trabajo seguro.
Después de las deliberaciones, el jurado emitió un veredicto de $8,433 millones para los Bennet que incluía:
- $5,725,000 en daños reales a Al Bennet
- 2 millones de dólares en daños punitivos
- $708,000 en daños reales a su cónyuge por los daños que ella sufrió debido a la enfermedad de su esposo
Lamentablemente, el ex mecánico no estuvo presente debido a continuos problemas de salud.
La decisión multimillonaria es uno de los muchos mensajes que siguen recibiendo empresas de diversos sectores, en particular aquellas que han hecho la vista gorda al exponer a sus empleados al asbesto. Aún se desconoce si estos gigantes corporativos realmente escuchan ese mensaje.