Los ensayos clínicos son una forma vital de investigación en la que se realizan y evalúan pruebas en función de cómo reaccionan los sujetos a un nuevo fármaco o tratamiento que puede salvar vidas. El proceso suele ser ordenado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) antes de que un producto se presente al público. A partir de la fase de descubrimiento, las pruebas pueden durar de seis a siete años, según el tiempo que requiera cada fase posterior.
Las pruebas se detienen
A principios de este año, el mundo aparentemente se detuvo cuando la pandemia de COVID-19 encerró a las personas en sus hogares y cerró negocios en todo tipo de industrias. Los pacientes que padecían mesotelioma vieron cómo los ensayos se paralizaron, al igual que la inscripción en estos estudios. Los que ya se inscribieron para las pruebas se vieron obligados a esperar.
A medida que empresas de diversas industrias comienzan a relanzar sus operaciones, los centros de tratamiento están reanudando los ensayos clínicos, mientras que otros están eliminando las limitaciones que existían antes de la pandemia. Los participantes podrán volver a tener acceso a tratamientos experimentales aún no aprobados por la FDA.
La innovación marca el camino
El Instituto Nacional del Cáncer (NCI) también está ayudando a los profesionales médicos a implementar medidas de seguridad y al mismo tiempo alienta a las juntas de revisión y a los patrocinadores de ensayos a ser más flexibles en el momento de las pruebas y evaluaciones de los pacientes con mesotelioma.
Si algo bueno puede salir de una pandemia es el cambio, si no la modernización, de la logística de los ensayos clínicos, que incluye:
- Mayor accesibilidad a los viajes
- Envío de medicamentos a los domicilios de los pacientes.
- Visitas de estudio virtuales
- Análisis de sangre en entornos menos concurridos
La implementación de la telemedicina y las citas en línea, combinadas con restricciones geográficas reducidas, pueden aliviar los desafíos que enfrentan los pacientes, sin mencionar el temor a la descalificación de lo que podrían ser tratamientos experimentales que salvarían vidas.
Para aquellos que padecen una forma mortal de cáncer cuya cura ha sido difícil de alcanzar, sus vidas literalmente dependen de ello.